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Las ciudades del nordeste de Brasil componen un auténtico museo al aire libre, con calles y plazas repletas de caserones centenarios, preciosas iglesias barrocas, mercados y edificaciones coloniales. No en vano algunas de ellas, como la histórica y bellísima ciudad de Olinda, famosa por sus carnavales en el mundo entero, fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y mereció el título de 'Capital de la Cultura' en el año 1996.
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Recife, la capital del Estado de Pernambuco, es la cuarta metrópoli más importante de Brasil. La ciudad está atravesada por dos ríos y multitud de canales y puentes, por eso se le llama 'La Venecia brasileña'. Gran parte de las playas que rodean la ciudad están protegidas por arrecifes de coral, de ahí el nombre de 'Recife'.
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En esas dos ciudades, y en algunas otras del litoral nordeste, la cultura, el arte y la arquitectura colonial coexisten, casi siempre en perfecta armonía, con excelentes y modernas edificaciones e infraestructuras, de tal modo que el visitante más exigente puede disfrutar de toda clase de comodidades y servicios de gran calidad, normalmente por un precio muy inferior al que los europeos estamos acostumbrados a pagar.
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Arquitectura colonial, espléndidas playas urbanas bordeadas por arrecifes de coral, antiguas iglesias, ríos y puentes, contrastan con zonas de modernos y lujosísimos rascacielos, amplias avenidas ajardinadas e impresionantes centros comerciales.
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